miércoles, 10 de diciembre de 2014

Pizarra tradicional y pizarra digital, la cenicienta y hermanas

Pizarra digital y pizarra tradicional en la educación, ¿cuál es mejor?


Introducción
El auge de la tecnología  de computación y la introducción  masiva  de todas los recursos que pone a disposición de la educación han creado un dilema ¿la pizarra digital debe desplazar totalmente a la pizarra tradicional?

Una pizarra tradicional es el espacio físico de madera o cemento, sobrepuesto o empotrado en el muro sobre la cual el profesor puede representar  las ideas palabras, cálculos y todo lo que concierne al material  de aprendizaje de una asignatura. Tiene las posibilidades y limitaciones conocidas por todos (el material mostrado en ella es fijo, no se puede retroceder ni avanzar; pero una ventaja es la libertad de creación y presentación  inmediata). Es necesario que profesor sea creativo, dinámico, proactivo   para poder usar este potencial porque de contrario se limitaría a transcribir lo que está en los libro o cuadernos de apuntes.

Por pizarra digital se entiende al conjunto de dispositivos y equipos que permiten el uso de la tecnología e Internet para la búsqueda, selección , adaptación y empleo de datos o información; el objetivo por excelencia sería la creación y aplicación del conocimiento, en forma individual o colectiva. La  forma colectiva es deseable ya que los usuarios de la tecnología no trabajan aisladamente sino formando parte de una red en la que todos tienen acceso a los recursos y por tanto, tiene las mismas oportunidades de creación; por otra parte, la cantidad de material disponible sobrepasa la capacidad del usuario promedio.

Es importante notar que la oportunidad de acceso a Internet no es equivalente  a la capacidad de creación, apropiación, transformación y aplicación de conocimiento. En el esquema tradicional (pizarra tradicional), todos los alumnos están presentes en el aula pero solo algunos pueden captar lo que el profesor trasmite, solo algunos  procesan y logran el aprendizaje total; en la red (pizarra digital), todos están conectados, solo algunos logran el máximo provecho de la experiencia, aunque en este último caso se espera que el porcentaje de los  alumnos con rendimiento y aprendizajes adecuados debe ser mayor por las facilidades y ventajas inherentes.

En un aula tradicional, el alumno tímido que no entiende la pregunta puede sentir temor y al no preguntar, pierde  la oportunidad de resolver sus dudas; en Internet puede revisar el material necesario tantas veces como sea necesario hasta captar el contenido. Un buen profesor, un verdadero maestro, en cualquiera de los dos escenarios genera confianza y empatía, por ello todos tienen la oportunidad de aprender, pues hasta el tímido siente confianza para preguntar al saber que tendrá una respuesta apropiada.

En teoría, si el uso de la pizarra digital y sus elementos  es notoriamente superior, el porcentaje de aprendizaje debe ser cercano al 100%; pero la experiencia demuestra que por lo general no hay cambios significativos, lo que se explica por una cuestión básica. Existen excepciones en países donde la política educativa encamina  correctamente el proceso de enseñanza aprendizaje de modo que los resultados reales son muy cercanos a los teóricos , esperados o planificados.

Para el éxito del proceso de enseñanza- aprendizaje, con cualquiera de las “dos pizarras”, se requiere dos condiciones  básicas: Los alumnos deben tener la voluntad de aprendizaje  expresada en la participación activa, permanente, cooperativa en las actividades educativas; los profesores deben poseer los atributos de creatividad, empatía, comunicación, flexibilidad mental.

¿Cuál es mejor? ¿Pizarra digital o pizarra tradicional?

La pizarra tradicional fue soporte insustituible durante siglos. La pizarra digital aparece como una versión ampliada de la capacidad maestros y  alumnos para representar ideas, conceptos, gráficos, cifras que se emplean en el proceso de enseñanza aprendizaje. Aunque para ambos actores las posibilidades son múltiples, no debe olvidarse las condiciones básicas nombradas antes.  Lo mismo que siempre se demandó, ahora en condiciones más prometedoras, más productivas pero siempre exigentes en el nivel de compromiso  y dedicación.

Un alumno ávido de conocimientos, dispuesto a preguntar, listo para actuar y  acertar o cometer  errores, para aprender de errores, a compartir y crear  conocimiento  con sus compañeros y el maestro, será hábil y productivo, tanto en un ambiente donde se emplean los medios tradicionales como aquel en el que predomina la tecnología.

Los desafíos, la exigencia, la dedicación serán mayores  a medida que se consolida el uso de la tecnología porque existen más datos, más información, más conocimiento disponible y potencial, se espera por ello que los recursos tecnológicos ayuden a superar esa mayor exigencia. La gráfica de una función matemática elaborada con trabajo, sin recursos tecnológicos sofisticados,   que demandaba muchos minutos será obtenida en  segundos con los recursos tecnológicos, pero el alumno debe conocer el proceso para entender y usar los resultados, de otra manera será solo un usuario mecanizado, sin capacidad crítica ni creativa, sin sentido  común, sin capacidad de reflexión, sin capacidad de discriminar  entre un resultado correcto y un resultado espurio.



En la gráfica anterior se mencionan como ventajas de la pizarra digital la interactividad  de los alumnos y la producción de libros digitales: Si no se reúne las condiciones básicas, esta interactividad  será aparente, parcial o sesgada (los alumnos se interconectan  entre sí o con gente fuera del aula para actividades  ajenas a la clase), los libros digitales serán tan inútiles  como los libros físicos (si no existe el hábito de lectura, serán  solo archivos ubicados en alguna parte de la red, como los libros físicos que son solo objetos acumulando polvo en los estantes).

En la pizarra tradicional, es necesaria la creatividad, empatía y carisma del profesor para lograr la interactividad y aunque no se  puede desplegar mucho material en la pizarra, el  que muestra se usa con criterio, juicio y eficacia; sobre todo facilita la creación instantánea así como la retroalimentación.

En la siguiente gráfica se pude percibir como el uso masivo de los medios  digitales van desplazando a la pizarra tradicional. El punto crítico A muestra la aceleración de proceso. Es necesario advertir que la gráfica muestra la situación ideal, en la que el uso de la tecnología acelera la magnitud, variedad y calidad de aprendizajes; es decir, solo si los maestros tienen la suficiente dosis de creatividad, conocimiento y control de los medios  digitales, de lo contario se convierte en ejemplo práctico de desperdicio de recursos y oportunidades.



La introducción absoluta de la tecnología en las aulas en niveles básicos (primaria y secundaria), no asegura el aprendizaje, pues el atractivo principal para los alumnos es el acceso a juegos y otros recursos que no contribuyen a la formación y propósito  de los cursos, por lo general caen en la tentación. En el nivel superior, cuando los alumnos no tienen voluntad ni convicción para el estudio, el uso de Internet puede ser aberrante. Mientras  el profesor explica o busca una manera de presentar un tema abstracto, obligatorio pero que no es del agrado de los alumnos, éstos prefieren navegar, conectarse a las redes sociales o hasta explorar programas obscenos . (Nota 1)

La tecnología, por ende la pizarra digital,  es eficaz cuando los alumnos  tienen  la motivación  suficiente para aprender, generar un dialogo con el profesor y sus compañeros, por eso usarán la tecnología para ampliar su capacidad de respuesta, sin depender totalmente de ella.
En los niveles básicos, en los que el conocimiento es captado y adaptado para resolver problemas , es posible que la transición de la pizarra tradicional a la electrónica no represente  una mejora considerable en la capacidad de comunicación si no existe la orientación y control adecuados; en el nivel superior donde debe crearse conocimiento, creo que la pizarra tradicional no debería desplazar totalmente porque su ausencia  impide la creación instantáneas, la manifestación del espíritu creativo que suele presentarse en este nivel.

Niels Bohr, Albert Einstein, John Nash descubrieron y desarrollaron las formulas o demostraron sus teoremas empleando la pizarra tradicional ¿Pueden imaginar a Oscar Niemeyer o Santiago Calatrava , reputados arquitectos,  buscando una computadora para plasmar sus bosquejos iniciales? La mano, la tiza o gis y la pizarra forman una unidad que permite materializar lo que la magia de creatividad produce en el instante mágico, único , irrepetible en que se presenta en la mente la idea original.  No puedo ver a estos célebres científicos o artistas empleando computadoras para plasmar sus creaciones visionarias y originales. Después, como medio para mejorar la presentación y el aspecto formal, para realizar muchos cálculos, pueden recurrir a  las computadoras y todos los dispositivos relacionados, incluyendo las pizarras digitales.

Si intentaran ingresar a la computadora las fórmulas, postulados, teoremas,   esbozos o apuntes a la velocidad con que su cerebro la crea, encontrarían automáticamente un cuello de botella: Mientras  ingresan la primera idea, el cerebro generó cien más, las demás inevitablemente se perderán o distorsionarán ; se pierde también el instante mágico de la creación.

Por ello, creo, que en todos los niveles, y de preferencia en el nivel superior, la pizarra tradicional debe permanecer en el aula, quizás relegada  y con uso poco uso, como “la  cenicienta” de los recursos educativos. La cenicienta del cuento,  (la pizarra tradicional), aparentemente fea, sin gracia o capacidades  en comparación con las  hermanas favorecidas (pizarra digital y los accesorios tecnológicos que forman parte de ella) en algún momento revelará su verdadera belleza,  gracia y potencial (aporte en el proceso creativo)

Una pregunta que parece tonta, pero que es relevante ¿Que pasaría si no hay energía?  La pizarra digital no sirve,  por ello ¿debería suspenderse el proceso de enseñanza? La pizarra  tradicional no tiene esta restricción y en las peores circunstancias siempre estará disponible. Es la ventaja de lo simple y verdaderamente  útil.  En la gráfica se puede ver como el uso equilibrado de ambos medios amplia la capacidad de creación  de oportunidades de aprendizaje y de conocimiento.



La solución ideal sería una combinación, en la que inevitablemente la pizarra digital tiene mayor peso pero no desplaza totalmente a la pizarra tradicional.  La fórmula mágica, el bosquejo único, la relación entre variables buscada desde hace tiempo, todo lo que se  genera en el chispazo creativo, se coloca en la pizarra tradicional, En la otra, se  perfeccionara, completará y dará forma final a la idea. Cuando Beethoven caminaba por el  campo, escuchaba el sonido de la naturaleza y si creía haber encantase el leiv motiv para una sinfonía la registraba   en un pedazo de papel o en su memoria (pizarra tradicional), luego en el estudio creaba la obra completa. Escribiendo las partes que correspondía a cada instrumento, interpretando pasajes para verificar la coherencia musical, reescribiendo o  tachando hasta encontrar  la secuencia musical completa (la pizarra digital, piano, papel, tal vez otro instrumento).

Conclusiones

La pizarra tradicional fue el recurso educativo por excelencia durante siglos; la pizarra digital aparece por el avance tecnológico.

La pizarra digital, que involucra muchos dispositivos electrónicos, parece ser más prometedora por las facilidades  y capacidades que permite, pero podría ser también un gran desperdicio de recursos y oportunidades si no se aprovecha su potencial.

En el nivel de educación básica, la orientación al uso o consumo de conocimiento puede ser neutral al cambio, si se orienta  bien a los nuevos usuarios , que tienen  mayor predisposición y facilidad para aprender y usar la tecnología.

En el nivel superior  donde se crea conocimiento, el uso total de la tecnología puede ser limitante de la creatividad, por ello, es conveniente permitir la continuidad de la pizarra tradicional

En cualquier escenario, pizarra tradicional o digital, el binomio profesor alumno, debe caracterizarse por dos condiciones mínimas: voluntad para aprender; capacidad y creatividad para enseñar, generar confianza y empatía. Sin estos requisitos, todo lo demás sobra.

Se dice que una herramienta es tan útil y buena como la mano que la usa; en educación podemos decir que un recurso educativo es tan bueno como el maestro que la usa.

Nota 1. Por experiencia propia, en un curso de Estadística, nivel universitario, el recurso disponible era la pizarra tradicional donde se hacían las demostraciones y el desarrollo de ejemplos y problemas. Cuando un alumno atento, brillante y realmente motivado, encontraba una solución diferente podía solicitar la atención y permiso  para mostrar su propia solución, algunas veces  más sencilla, directa  e intuitiva. Era maravilloso apreciar en la misma pizarra tradicional la solución convencional y la solución inducida por un aprendizaje efectivo. Este panorama estimulaba a los demás a participar con más entusiasmo, ya que obviamente estas participaciones eran premiadas con puntos extras. El desempeño de estos grupos era sobresaliente.


Por el contrario, también en el nivel superior, con alumnos de una academia militar, mientras se realizaba el esfuerzo para explicar los procesos lógicos del pensamiento usando analogías, metáforas y múltiples ejemplos, los alumnos que tenían el acceso libre a la tecnología (computadoras, Internet) podían “interconectarse en la red” y al mismo tiempo “desconectarse del aula”. Era evidente y hasta escandaloso percibir que su atención estaba en el intercambio de mensajes, envío de archivos, música, fotos a personas que podían estar fuera de la escuela. Los más avezados o irresponsables podían acceder a páginas prohibidas por no existir sistema de filtro. Quizás  por no estar obligados a aprender, debían aparentar que estudiaban; lamentablemente esta mala práctica está difundida en el nivel básico (secundaria y superior) lo que indica el mal uso o desperdicio  del potencial de la tecnología (de la pizarra digital y todo lo relacionado)

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